Víctor era un niño muy bueno
que vivía en un puerto lejos de la gran ciudad. Tenía una casa muy grande con
unos techos altos y bellos, que le hacía pensar que vivía en un castillo.
Un día su mamá le
pidió que vaya a darle zanahorias a los conejos, a él le aburría hacerlo, pero
pronto empezó a divertirse con ellos haciendo trucos de magia.
Sucedió que de tanto jugar
empezó a notar que todos los conejos eran diferentes, algunos grandes, otros
pequeños, unos gordos y otros flacos. Pero uno de ellos le llamó mucho la
atención pues tenía una oreja para arriba y otra doblada. Le gustó tanto que le
puso suertudo.
Jugaba a diario con
suertudo, el que rápidamente se convirtió en su amigo y en su conejo favorito.
Los otros conejos celosos de
la suerte de suertudo le dijeron que la amistad con Vìctor se acabaría pronto,
pues cuando el fuera un mago famoso ya no le serviría, pues jamás lo pondría en
su show por sus orejas disparejas.
Suertudo se fue lejos y
Vìctor sufrió mucho su pérdida. Su padre lo consoló y le dijo: No te preocupes,
èl volverá, cuando damos amor a nuestros amigos ellos siempre regresan.
Pasó el tiempo y un día
mientras Victor jugaba en un parque vio que un arbusto se movía y un rabito se
podía ver por el costado. Encontró para su sorpresa un conejo muy grande y
hermoso con una oreja parada y otra doblada:
Suertudo, le dijo gritando de emoción, volviste, sabía que vendrías.
Víctor abrazó a su amigo y
suertudo se convirtió en su estrella en su show de magia, aprendió que cuando
uno encuentra un amigo, la amistad es para siempre.
MENSAJE; Una de las más bellas cualidades de la verdadera
amistad es entender y ser entendido.
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